En lo alto de aquel monte

hay un arbolito verde.

Pastor que vas,

pastor que vienes.

Olivares soñolientos

bajan al llano caliente.

Pastor que vas,

pastor que vienes.

Ni ovejas blancas, ni perro,

ni cayado, ni amor tienes.

Pastor que vas,

como una sombra de oro

en el trigal te disuelvas.

Pastor que vienes.

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